Ministro desleal

Iván Paredes

La pandemia que estamos soportando desde hace más de un año ha dejado relucir la viveza, el descaro y hasta el cinismo de personas que, aprovechándose del espacio público y gubernativo que les ha sido encomendado, han hecho uso de sus mañas para burlarse del Estado y, por supuesto, de la ciudadanía que ha esperado reciprocidad y solidaridad en momentos tan difíciles para muchas familias, pero aquello no ha importado cuando se trata de satisfacer sus intereses, ambiciones y sus más protervos apetitos.

La molestia del conciudadano se refleja a diario con los comentarios, diálogos y conversaciones que se escucha en la vía pública, tal cual la enseñanza del gran filósofo Sócrates, que no puede ser de otra manera al saber de los negociados con los implementos de protección del Covid-19 o el uso de las primeras vacunas que fueron suministradas a familiares sin respetar el plan de categorización.

Es más, con un total descaro manifestó que lo ha hecho en calidad de Ministro, Doctor e hijo, y si alguien difiere con su accionar él no lo comparte al no ser político ni entender de política, entonces, como es posible que haya ocupado un cargo netamente político, dando a entender que aceptó el puesto para beneficio familiar.

Es que, el capitán de un barco es el último en abandonar el navío, peor aún aprovecharse de la situación para dejar a la deriva a su tripulación.

El cinismo, tal cual Diógenes, ha quedado al descubierto lo que ha causado mayor frenesí cuando instituciones como la Defensoría del Pueblo, el Consejo de Control y Participación Ciudadana, y varios legisladores solicitaron su renuncia, manifestando que no lo hará y, como en los últimos 14 años de gobierno nos han engatusado poniendo las manos al fuego, ya se dijo que se le brinda todo el apoyo, pero salen corriendo hacia Estados Unidos. Y así terminará este cuento más.