Mikis Tehodorakis

Andrés Pachano

Muchos de los seres de nuestra generación y de la inmediata anterior, crecimos en la admiración e incluso tantos, en “…la contemplación de lo bello y lo sublime…”, citando una justa sentencia de Manuel Kant sobre la estética en el arte; crecimos lejos de la apreciación de lo burdo y lo grosero.

Muchos de esas generaciones, por ejemplo, mantenemos presente en la memoria, aquella escena de la película ‘Zorba el Griego’ magistralmente interpretada por el mexicano Anthony Quinn en el papel de Alexis Zorba, en la que para olvidar abatimientos y derrotas, le enseña a bailar a Basil, un escritor inglés, la famosa danza de él: la de Zorba. Esas imágenes y sobre todo la sutil y tierna melodía convertida en fondo de las emociones, perduran por sobre olvidos. Esa música, llamada a dilatarse, a convertirse en un “clásico” (si el término lo permite), que retumba en los tímpanos de la memoria, fue creada por el sensible soñador Mikis Theodorakis, el músico más famoso de Grecia, prolífico autor de sinfonías, bandas sonoras de  películas (Sérpico por ejemplo), operas, pero sobre todo compositor musical de cantatas, ese hermoso género que compila en una sola conmoción: música y poesía.

He conocido, por encargo de una admirada amiga, Carmita Vásquez, una breve crónica que detalla la composición por parte de Theodorakis, de un oratorio con los versos de algunos de los mejores poemas del ‘Canto General’ de Pablo Neruda. Imagino la conjunción de unas notas melodiosamente rítmicas del oratorio escrito por Theodorakis, con la indeleble música del verso de Neruda; imagino a los dos verlos ensimismados en sus obras, unidos en ella, como unidos fueron en las utopías.

Aunque no he logrado aún encontrar grabación de esta cantata para con deleite escucharla, resuena en mi imaginación la voz de alguna soprano llorando los versos de “Amor América” y, percibo oír la dulzura de ese texto eterno: “…tierra mía sin nombre, sin América, / estambre equinoccial, lanza de púrpura, / tu aroma me trepó por las raíces / hasta la copa que bebía, hasta la más delgada / palabra aún no nacida de mi boca…”.

La prensa nos avisa que el 2 de septiembre de 2021 luego de 96 años, Theodorakis ha muerto.