Las personas buscan sinceridad y franqueza, pero en el momento que se dice las cosas como son, muchos se resienten, otros te califican a su manera. Ser ecuánime e imparcial es complicado. Cuando se hace opinión, hay que tratar de serlo, pero el hombre es un animal de costumbres y un ser político. Sin embargo, decir las cualidades y defectos de las personas que podrían liderar el porvenir de nuestra patria, es una obligación.
Pienso que el señor Lasso, si a pesar de ser un hombre acaudalado y con problemas de salud, persiste en llegar a la Presidencia, fácil es concluir, que él sí tiene un plan de desarrollo concreto y viable. Su capacidad y experiencia le sobra. Ser banquero, en un país donde los costos financieros son excesivamente altos, es su lastre; no obstante, sobre todo, tratándose de una economía dolarizada y con una inflación cercana a cero, él ya se comprometió a corregirlo.
Un banco no es un creador de empleo, sino un facilitador de recursos para que los emprendedores lo sean; no obstante, se tiene que tener la visión de desarrollo y de sustentabilidad de los proyectos para apoyarlos, y él la tiene. Además, Lasso también ha sido empresario, y ha triunfado en sus empresas. Es decir, es un hombre altamente capacitado para llevarnos hacia el desarrollo. Y de seguro, en su equipo, no habrá delincuentes ni prófugos.
Que le pondrán muchas piedras en el camino, lo sabe. Pero el país saldrá a las calles, cuando un proyecto de ley que convenga al Ecuador sea torpedeado por las mañoserías parlamentarias. Entre las Consultas Populares y una ciudadanía respaldando los cambios que se requieren, de seguro se corregirán las oscuras prácticas politiqueras.
Si Singapur, donde conviven varias naciones diversas entre sí, como hindúes, chinos, europeos y otras mentalidades difíciles de acoplar, pudieron acordar su desarrollo agresivo, nuestro país megadiverso, también puede. La claridad de pensamiento, y la transparencia de sus acciones, podrán mostrarnos al fin, el Mandatario que nuestro alicaído país necesita.
Ya será el pueblo en las urnas, el arquitecto de su destino, y el único responsable de lo que le suceda a nuestra querida patria.
EDUARDO CHIRIBOGA APONTE