Mejor pueblo

Freddy Rodríguez García

Las personas, más aún los políticos en el ejercicio de un cargo público, deben medir sus palabras, pensar antes de hablar, y no dejar pasar nunca la preciosa oportunidad de quedarse callados. “El hombre es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla”, reza un refrán popular. Lenín Moreno, cuando apareció en la arena política, se presentó como un personaje bonachón, dicharachero, a quien alguien le dijo alguna vez que era chistoso, por lo que con mucha frecuencia nos sorprendió con alguna declaración disparatada, que no supimos si la quiso decir con sorna, en broma, en serio, o todo lo contrario. Cuando ya está de salida del alto cargo que ocupa, y la prudencia exige ser cauto para no incurrir en algún dislate, el Licenciado Moreno quizá no pudo reprimir su propensión a dárselas de gracioso, y en un coloquio internacional contó una anécdota (no sé si real o inventada), según la cual un ciudadano le habría dicho que los ecuatorianos teníamos derecho a un mejor Presidente, y la respuesta fue que él también hubiese querido gobernar a un mejor pueblo. Bien ha hecho diario La Hora en publicar el día de ayer un editorial, en el cual le recuerdan al señor Moreno que este pueblo, al que tan despectivamente se refirió, sufragó su estancia en Ginebra, en una misión que nadie supo ni sabrá qué beneficios le reportó al país, le pagó su sueldo como Vicepresidente y luego como Presidente, sin olvidar que, por algún tiempo, cobraba tanto la pensión como ex Vicepresidente como su sueldo como Presidente. Las poco felices declaraciones del Presidente molestan e indignan, por lo imprudentes e irrespetuosas hacia todo un pueblo,  que con estoicismo ha soportado los desaciertos de una gestión con muy pocas luces, más aún en esta época de pandemia en donde, en general, la desorganización y la falta de políticas claras y eficientes en materia de salud han estado a la orden del día. Hay momentos para bromear y otros para ser serios, y el cuasi ex Presidente lamentablemente carece de la capacidad para diferenciarlos. Es posible que Lenín Moreno, luego de su beca en Ginebra,  piense que los suizos son ese “mejor pueblo” que hubiese deseado gobernar.