Los radares y culpas compartidas

Giuseppe Cabrera

Hay algo que parece evidente y es que, mientras en los radares del Gobierno Nacional te empieza a marcar al borde del límite de velocidad, es decir 90km en perimetrales, en los que se encuentran ubicados en la ciudad apenas superan los 40km el radar cambia de tonalidad verde a anaranjado, a pesar que el límite es de 50km en la zona urbana, parece que aun así el radar marca antes y, lo mismo cuando comparamos la velocidad del radar o foto sensor en la ciudad, que los ubicados en las carreteras y perimetrales, en los que parece que los primeros siempre marcan un poco más que el velocímetro de nuestro vehículo. Al final, todo parece también un engaño, pues mientras en La Lira pasan a 20km por hora, por si acaso, apenas descubren el límite de alcance del radar, empiezan a acelerar, pero no demasiado, sino a los 50km que marca la ley, porque rápidamente te encuentras con el tráfico que se genera por las noches en los reductores de velocidad de Atocha a la altura del Colegio Pio X.

Lo que en general afecta nuestra expectativa de seguridad jurídica, es esta sensación, a lo mejor equivocada, de que los radares en la ciudad funcionan mal. Lo que ya no es una mera percepción, sino hechos es que detrás de todo el asunto de los radares, hay algunas fallas técnicas y tramas escandalosas que aún faltan por ser descubiertas.

Y es un hecho, que el Ministerio de Transporte y Obras Públicas le dispuso a la Alcaldía, que durante dos años y en su campaña, defendió bajo preceptos legales la incapacidad municipal para cambiar esa realidad y, ordenó desactivar los dos radares de la avenida Bolivariana que recolectaban millones de dólares en multas y, ni una sola estadística que hablará de un cambio de paradigma en la cultura vía del cantón.

La Procuraduría General del Estado ya observó el contrato antes de 2019 y, recientemente la Contraloría General detectó irregularidades tanto en la concesión, como la ejecución del contrato, lo grave es que, nos tuvieron que dar haciendo el trabajo. Acá no hubo autoridades que lo hagan, solo observaron, como las reservas de la ciudadanía ante los radares quedaron confirmadas desde Quito, porque acá, andamos en acefalía.