Los intringulis de una infamia

Andrés Pachano

“…Y es que la literatura es rebeldía, denuncia, libertad. Eso es todo lo que encierra esta historia: un último grito de angustia, una voz que no debe ser silenciada, una verdad que no puede ocultarse más…”.

Lo dice Oscar Vela, escritor ecuatoriano en su última obra “Los Crímenes de Bartow”, libro valiente que denuncia las infamias de una “justicia”, que se repite despiadada y cruel en muchas partes del mundo, incluso en el Estado de La Florida de Norteamérica. Obra que detalla el padecer de un ecuatoriano, Nelson Serrano, condenado a muerte, acusado de un horrendo cuádruple crimen. Desentierra los intríngulis de una infamia preconcebida, aquellos de la xenofobia, los del racismo, los subterfugios del odio; intringulis que podría tener como fin último el asesinato (es que la pena de muerte es eso) de un latinoamericano. Y si, la literatura también es, lo que el autor señala: una denuncia rebelde, altiva.

Pensé encontrar una novela y al paso de las hojas me fui convenciendo que es una crónica, alejada de la imaginación (don extraordinario de la literatura); pero casi al final de la obra, el propio autor confiesa que es una “novela sin ficción”; en ella se detallan las crueldades que cometen los hombres en nombre de los Estados, incluido el nuestro que permitió, que solapó el secuestro de un connacional en su territorio, para enjaularlo y que agentes policiales extranjeros lo lleven maniatado a su juicio, a su condena y quizá…a su muerte. Obra que desentraña los ensañamientos humanos para una condena.

Y un hombre, esperando fecha para su muerte, sordo y casi ciego, conmueve al decir en una carta: “…Sabes qué cosas me gustaría hacer: me gustaría volver a ver a mi Cotopaxi; las lomas verdes de la sierra con pequeños sembríos que parecen colchas hechas de retazos…Caminar solo a través de un trigal a punto de ser cosechado…”. Entereza, resignación, añoranza, se leen en la nostalgia de esas letras de Serrano, que cuenta las horas de existencia, no las que le quedan: “…Mañana cumplo 30.000 días de vida…”.

Ojalá la denuncia de esta crónica de Oscar Vela, permita que Nelson Serrano vuelva a caminar dentro de los andinos trigales.