Los contras de los estados federados

Giuseppe Cabrera

Nebot busca apelar a un sentido regional por el temor a no tener asegurada la victoria en seccionales, -Guayaquil para los guayaquileños- aún así entraré al debate y enlistaré por qué es poco viable esta opción para el Ecuador.

1) El estado federal es la unión de estados, cada Estado se corresponde con una identidad nacional: vascos, catalanes, gallegos en España o flamencos y francófonos en Bélgica en Ecuador nuestras nacionalidades son principalmente indígenas y, no se circunscriben con las delimitaciones provinciales actuales, unificarlas sería muy difícil por su dispersión y gran variedad y pluralidad, además de una mayor segregación racial entre mestizos e indígenas.

2) Los estados federales requieren estructuras burocráticas sólidas en cada región, en Ecuador el Estado nacional flaquea y en los locales faltan capacidades, no existen condiciones para una mayor burocracia especializada para gestionar la cosa pública desde las regiones.

3) Desigualdad entre regiones prósperas y relegadas.

4) La identidad federal es un problema para la identidad nacional: guerra civil EE.UU., España o Bélgica como ejemplos.

5) El estado central tiene mayores problemas de legitimidad, es cuestionado por las regiones prósperas e increpado por las relegadas.

6) Los partidos regionales se agrupan en partidos federales que representan sus intereses, la deficiencia de nuestro sistema de partidos, hace imposible partidos nacionales con intereses regionales, tendríamos una mayor fragmentación representativa en el legislativo nacional.

7) En los estados federales, se mantiene los problemas en los que la capital política mantiene tensiones con la ciudad comercial o portuaria de segundo tamaño, caso Barcelona-Madrid.

Aunque los estados federales tienen sus ventajas no se pueden copiar recetas, porque fueron estructuras pensadas para los problemas de identidad nacional en sus naciones.

Cada país adopta modelo que más se ajuste a su realidad, no, el que mejor se lea. Porque si así fuera, más fructífero sería pensar en un modelo parlamentario frente a un presidencialista, que brinda mejores democracias como regla, pero que no iría con nuestra cultura política.