Positividad tóxica

Positividad tóxica
Personaje lojano

Álvaro Peña Flores

“Se el cambio que deseas ver en el mundo”, “ser la mejor versión de ti mismo”, “querer es poder”, “amor propio”, “si puedes soñarlo, puedes hacerlo”, “las batallas más fuertes Dios les da a sus mejores guerreros”. Nada más abrir las redes sociales o los algoritmos que el metaverso nos muestra para ver la cantidad de frases motivacionales de lo que están plagados los medios de comunicación, cuyo contenido actúa como recetario de la felicidad, aversión al sufrimiento y al dolor y como menú especial de días promisorios.

Cuando veo esta cantidad de frases motivacionales me pregunto, ¿acaso el mismo método empleado sirve para todos los casos? o ¿es necesario entrar en esa mística motivacional tóxica que no siempre ayuda para salir de los problemas? Creo más bien que se trata de una etapa en la que se está mercantilizando la felicidad, a través de la oferta de un sinfín de libros, cursos, terapias y otros métodos de superación a los problemas de los seres humanos.

La tristeza, el desempleo, la pérdida de un ser querido y la falta de fe, por nombrar algunos, han sido parte de la historia de la humanidad y con ello hemos llegado hasta aquí, de hecho, superamos una pandemia y muchos estamos incólumes. Sin quitar el crédito a quienes pongan su atención y esmero a estos métodos y que, por supuesto les han dado resultado y los defienden, se debería agregar también una fuerte dosis de resiliencia y combinarla con el mejor método de superación personal que tengamos. De seguro desarrollaremos mejor la empatía, incrementaría el amor hacia el prójimo y velaríamos por los problemas sociales que el mundo enfrenta desde siempre.

La positividad y felicidad toxica disminuyen la capacidad de ver el mundo con los ojos de la resiliencia y la empatía y actuar en consecuencia.

[email protected]