No mires arriba

Positividad tóxica
Personaje lojano

Álvaro Peña Flores

Es inevitable dejar escapar oportunidades como las que da el cine para hablar del mundo, de la sociedad y del ser humano. Como es sabido por todos los amantes de cine, “Don’t Look Up” o “No mires arriba” en español, es la tendencia en redes y en las plataformas de streaming de lo más visto y más criticado también por detractores y defensores de este filme dirigido por Adam McKay.

La película es una sátira a la sociedad actual, recurso que muestra de forma efectiva la actitud del ser humano y de los líderes del mundo frente a la precariedad social, económica, política y sanitaria de hoy. Mercantilizar la desgracia inminente y disfrazarla de altruismo es lo más parecido a lo vivido estos dos últimos años en la pandemia y lo que actualmente se está viviendo con la nueva variante del coronavirus.

No cabe duda que los asuntos políticos siempre predominarán ante cualquier catástrofe, el interés económico y el deseo de poder del mundo es la perversión de los “intereses colectivos” que impiden hacer el bien. La campaña política que se lidera en la película por no mirar arriba y concentrarte en los asuntos domésticos del ser humano común, alineado en lo que el sistema le exige, hace alusión a que todo lo que el hombre ha creado para sí mismo lo desvincula de los demás y de sus intereses.

Satirizar el sistema, hacer de la vida y sus gajes una comedia está bien siempre y cuando interpele y nos llame a dejar de mirar arriba sin sentido y nos concentremos en los asuntos de acá abajo: la casa común y su cuidado, los medios de comunicación y su poder desinformativo, el ser humano y sus prioridades. Recursos económicos, humanos y tecnológicos abundan en el mundo, el problema es que están mal direccionados, adiestrados y diseñados, todo para sí mismo, y nada para los demás. Quizá la indiferencia nos mate más pronto que un cometa que se avecina en los cielos, que, por cierto, la situación no es nada utópica.

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