Mente, cerebro y educación

Desechar la mediocridad
Desechar la mediocridad

Álvaro Peña Flores

 “No olvides que la realidad es cambiante, no olvides que lo nuevo puede surgir y, de todos modos, va a surgir”. Edgar Morín, filósofo francés, con esta premisa, pone en contexto una de sus obras del pensamiento complejo: “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”, en la que aborda desde su perspectiva y experiencia los saberes que todos deben conocer, en su proceso educacional escolar como en su desarrollo personal holístico.

El 24 de enero de cada año se conmemora el Día Internacional de la Educación, cuyo propósito es contribuir al desarrollo de los pueblos y a la paz mundial. Este año, las Naciones Unidas invita a celebrar esta fecha con el lema: “Invertir en las personas, priorizar la educación”. Invertir en personas, es invertir en seres humanos capaces de desarrollar conocimiento, ciencia y verdad en la vorágine modernista que hoy nos agobia con la exacerbante tecnología e individualismo que ha convertido una sociedad líquida, excluyente y hedonista.

Los programas curriculares hoy en día se han convertido en mecanismos de memorización a cambio de una calificación, y en una competencia desmedida por mostrar quien es el mejor, cuyo indicador es una nota. La nueva educación exige hoy más que nunca que los planes académicos contemplen las neurociencias. Cada vez es más difícil entender el comportamiento y las acciones del ser humano en todas sus etapas de desarrollo y crecimiento escolar y personal. Preparar a los alumnos en estas ciencias para que, ante la realidad cambiante que hoy se evidencia más que nunca, en primer lugar, estén preparados mentalmente, para luego aplicar un plan de acción que permita mitigar los efectos tanto físicos, psíquicos y emocionales. Se formaría seres humanos más educados, más resilientes y, sobre todo, más humanos.

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