¿Los derechos humanos han desprotegido a la policía?

Es tiempo de ver atrás
Es tiempo de ver atrás

Pablo D. Punín Tandazo

Los derechos humanos se han colocado en el centro del debate como grandes causantes del problema de inseguridad que vivimos. Esta narrativa ha surgido desde el oficialismo, ha hecho eco en algunos medios y ha aterrizado en muchas cabezas, llegando a asumirse como verdad indiscutible en varios casos.

Lamentablemente, este planteamiento ha logrado su objetivo: convencer a gran parte de nosotros de que es verdad, desviando nuestra atención de lo que sí influye negativamente sobre el problema.

Se ha dicho que los DDHH protegen a delincuentes, que obstaculizan las labores policiales, que sirven a intereses particulares y mil mitos más. Estos derechos no contemplan uno a “atacar” policías, ni les impide a ellos utilizar sus armas de forma debida cuando la ocasión lo amerita; tampoco hay alguno que garantice impunidad a quien ha cometido un delito y mucho menos encontrarán uno que favorezca solo a una determinada persona.

Preguntarán: ¿entonces qué limita el accionar policial? A lo que responderé: la escasez de recursos y su errónea distribución, por ejemplo. Desde el año 2000 hay gran preocupación por el uso del presupuesto destinado a la policía, pues los datos indican que solamente se busca reforzar a la institución con más agentes y muy poco es destinado a gastos operacionales.

No hay suficientes recursos para que los policías cuenten con insumos de trabajo que les permitan brindar un mejor servicio y cubrir las necesidades de la población ante el crecimiento de la violencia y la inseguridad. En otras palabras, no cuentan con la capacitación necesaria, ni con las herramientas adecuadas para afrontar la situación que vivimos, porque el Estado también los ha abandonado. Cuidado, no digo armas, digo herramientas.

Contrario al cuento que nos quieren vender, hay una correlación positiva entre seguridad y respeto a los DDHH, reforzada por la aplicación de medidas preventivas desde la inversión social. Entonces, mientras más se respeten los DDHH y se ejecute una mayor cantidad de políticas sociales, es más probable que tengamos menores índices de inseguridad.

No podemos caer en este falso dilema que han creado quienes quieren engañarnos y esconder su incapacidad para gobernar. Al final del día, ellos seguirán protegiendo sus intereses, incluso a costa de nuestros derechos, y los defensores de DDHH estarán ahí para alzar su voz por quienes resultemos vulnerados, sin importar de quien se trate. Esa, mis queridos amigos y amigas, es la gran diferencia.

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