HONOR A QUIEN HONOR MERECE

Lasso: primer año
Personaje Eddy Arrobo

Una vez apagada la llama sagrada del pebetero de los Juegos Olímpicos 2020+1, realizados en Tokio, que dio cita durante 18 días a los deportistas de élite de todo el mundo, quienes se cobijaron por la emoción, la esperanza y sana competencia; las máximas autoridades de todos los países que intervinieron en esta justa deportiva y quienes se sientan identificados con el triunfo, están en la obligación de reconocer el esfuerzo y perseverancia de los embajadores deportivos.
En nuestra patria, la sociedad en general demanda, además de brindar un justo y merecido reconocimiento, la dotación de recursos, para quienes, a través de las diferentes disciplinas deportivas han dado prestigio y gloria al país; en este sentido, la participación de nuestros atletas es sin parangón e histórica, ya que lograr dos medallas de oro, una de plata, tres diplomas olímpicos y una mención honorífica, es un hecho inédito; siendo aún más loable estos logros por la serie de carencias y vicisitudes con la que desarrollaron su perfeccionamiento y entrenamiento para convertirse en los conquistadores del olimpo.
Lamentablemente, en un país donde se tiene cautiva a la afición, a través de redes sociales, radio y televisión, con programación “deportiva” en su mayoría sesgada por el fútbol; de ahí, que los resultados obtenidos, llaman a la reflexión del entorno deportivo en general; ministerios, COE, federaciones, deporte estudiantil, empresa privada, medios de comunicación, padres de familia, deportistas, entre otros, los cuales tienen que replantear su agenda de deportes, con sentido de equidad, ya que no se puede seguir privilegiando y jerarquizando a disciplinas deportivas, que acaparan ingentes recursos y cuyos resultados hasta la fecha son lastimeros y mediocres.