Dignidad y libertad

Positividad tóxica
Personaje lojano

Álvaro Peña Flores

El derecho a morir con dignidad que ahora se han instaurado en el mundo con la aprobación de la eutanasia y el reciente caso colombiano cuyo fin fue infructuoso para la solicitante de aquel “derecho” ha desatado un sinnúmero de reacciones que aprueban y desaprueban el grado de libertad que el ser humano y los gobiernos tienen para decidir sobre elegir si vivir o morir.

Hablar de dignidad es hablar de una serie de ideas y conceptos que el mundo ha aprendido para defender sus libertades y comportamientos. El término dignidad gramaticalmente es abstracto, porque sustantiviza un adjetivo previo: digno. En la antigüedad, la dignidad era un predicado accidental que disgregaba a algunas personas respecto de las demás, poniéndolos por encima de ellos, porque el digno, era excelente, virtuoso, y por ende merecedor de respeto. Hoy la cualidad de digno se relaciona por el hecho de ser humano y nada más, no se necesita ninguna cualidad adicional para tener dignidad. La dignidad es la base de todos los derechos humanos y éstos deben ser tratados con sumo cuidado, porque cada uno posee un valor intrínseco.

Hoy 20 de octubre se celebra el Día Mundial de la Dignidad, cuya efeméride nos invita a recobrar la dignidad y el derecho que tenemos para vivir a plenitud en todas nuestras facetas: una vida digna, un trabajo digno, un trato digno, una familia digna, unos gobernantes dignos, un sistema de salud y de educación dignos. Hacer eco al predicado de nuestra vida con dignidad en las libertades que nos han sido dadas y las que hemos adoptado por cuestiones de ética, moral y convicción.

De la misma forma la dignidad nos obliga por respeto a la libertad y dignidad ajenas, a tener un comportamiento digno debido a la inherente condición humana que nos hace fin en y por nosotros mismos. Por tanto ningún humano puede hacerse dueño y señor de otro y subyugarlo a su arbitrariedad. Y esto aplica para todos y en todas las esferas humanas.

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