Lo que el virus me dejó

Diana Luzuriaga Vera

El pasado mes de julio, mi familia como muchas familias a nivel mundial se enfrentó al contagio del virus SARS-CoV-2. Con la rareza que caracteriza a este denominado Covid-19, mi hija y yo, solo presentamos síntomas leves, casi imperceptibles, sino era por la prueba capaz y ni nos enteramos. Sin embargo, mi esposo no corrió con la misma suerte y fue necesario ingresarlo de emergencia al Hospital Gustavo Domínguez.

Muchas personas con justa razón expresan, atravesar por una situación como esta no se la deseo a nadie, y aunque estoy de acuerdo, les diré que mientras transcurrían los días y hoy que ya estamos con mi esposo en casa, pienso que si hay algo que les deseo a todas las personas. Esta, es que cuenten con tres pilares fundamentales si llegan a pasar por algo similar: una familia unida, amigos verdaderos y lo más importante, creer que Dios es un Padre bueno, que tiene el control de absolutamente todo.

Dios existe, así como los milagros y cada día somos testigos de ello, por medio de nuestros seres queridos, conocidos y hasta desconocidos. Lo que el virus me dejó fueron tantas certezas como agradecimientos, el apoyo de la familia y de amigos increíblemente solidarios y humanos que estuvieron al pendiente, la verdad nunca nos sentimos solos. Los doctores, enfermeras y los señores y señoritas guardias no pueden quedarse atrás, la atención recibida fue de calidad en todos los sentidos, humano y profesional. Lo difícil se convirtió en edificativo, gracias a la nobleza humana de la que hemos sido testigos. Y el agradecimiento se convierte en un firme compromiso de servicio a la sociedad.