¿Libre porte de armas?

Carlos Arellano

Una mañana mientras caminaba a mi lugar de trabajo, un vehículo se detuvo en la mitad de la calle. Un hombre de aproximadamente 40 años descendió del automotor y empezó a descargar varias cajas. No transcurrieron más de 10 segundos cuando el vehículo posterior empezó a pitar estrepitosamente.

El insoportable ruido de la bocina pronto se convirtió en un cruce de gritos e insultos. En menos de 20 segundos, el perturbado conductor bajó del segundo automotor, caminó precipitadamente hacia el primero y le propinó varios golpes. El chofer ensangrentado dejó de descargar sus encomiendas y desapareció rápidamente.

¿Cuál sería el desenlace de la historia si uno de los conductores portaba un arma de fuego y la utilizaba?

Uno de los asambleístas de Tungurahua impulsa el proyecto de Ley de tenencia y porte de armas. Quienes proponen la iniciativa consideran necesario dotar a las familias ecuatorianas de un mecanismo que les permita defenderse de la delincuencia.

¿Libre porte de armas en un país que registra aproximadamente 3000 muertes violentas en lo que va del año? ¿Libre porte de armas en un país en el cual es posible obtener una licencia de conducir a cambio de unos pocos dólares? ¿Libre porte de armas en un país que corre el riesgo de enfrentar nuevos hechos violentos como los acontecidos en octubre de 2019 o junio de 2022?

Los proponentes que defienden esta iniciativa no razonan que el país no requiere de más armas circulando con libertad. Al país le urgen políticas públicas de seguridad que incluyan mayores presupuestos para la salud, educación, infraestructura y rehabilitación social; acompañado de leyes que promuevan la generación de empleo de calidad mediante la inversión privada nacional y extranjera.

Si la iniciativa se cristaliza, ya no solo deberemos vivir con el temor de ser víctimas de la delincuencia. Deberemos padecer el terror de que un desadaptado porte un arma -sin ningún control- mientras esté conduciendo un vehículo, participando de una riña familiar, jugando un partido de fútbol, asistiendo a una reunión religiosa, visitando un centro educativo o caminando por un parque. ¿Quién responderá por las muertes que provocará esta irresponsable propuesta?