Uno de los méritos del gobierno de Moreno, fue dejar atrás la LEY MORDAZA, promoviendo un estado de derechos para la libertad de expresión y la tolerancia, ósea devolverle a la Ley su enfoque de derechos y no de instrumentalización. Les guste o no, este mérito lo reconocen los medios privados, públicos, comunitarios y otros. Sin embargo, el veto mixto (por inconstitucionalidad e inconveniencia) del Presidente Lasso vuele a colocar a la Ley Orgánica de Comunicación como la manzana de la discordia y como pretexto para echar al trasto los avances en materia de libertad de expresión y derechos de comunicadores o periodistas.
Cuesta mucho pensar que en este país ninguna Ley dure. El veto total era una opción decisora para varios nudos críticos de la Ley y que hoy con el veto mixto tienen olor a retroceso como, por ejemplo: a la CORDICOM que debe ser un ente técnico le vuelven a dar potestades de controlar contenidos; vuelve la responsabilidad ulterior que en buen cristiano sería la censura previa; y el poder sancionador que tenía la SUPERCOM le dan ahora a la Defensoría del Pueblo.
El otro nudo crítico es la Asamblea Nacional, sí, ese es un nudo crítico porque las leyes en este país pasan por conveniencias políticas y no por intereses nacionales. Nuevamente estamos al riesgo de los pactos políticos. El veto mixto no arregla nada, volvemos a lo de antes, al peligroso escenario de no contar con el mecanismo de protección y garantías en casos de violación a los derechos de los periodistas.
Ya los más entendidos han dado suficientes argumentos que la distribución de frecuencias, lo tributario, la erogación de impuestos al papel y equipos tecnológicos para uso de los medios de comunicación, IVA entre otros, deben ser motivo de otra Ley; esto con la finalidad de proponer un marco normativo de derechos y no un marco normativo de los bienes que son también fundamentales para la comunicación.
Definitivamente votaron al trasto lo ganado, y luego harán cuenta de lo perdido.