Lasso y el país de las maravillas

Christian Pérez

Alicia, mientras dormía, imaginaba que vivía en un país de maravillas, existente solo en sus sueños y al despertar, volvió a la triste realidad. En símil, parece que el gobierno, desde su posesión ha estado en un largo sueño, lo que ha ocasionado el descuido en la generación de política pública en materia de derechos, que se evidencia en la infraestructura escolar deteriorada, hospitales públicos sin medicamentos, 3.500 trabajadores de la salud despedidos, inseguridad y violencia en manos de la delincuencia, entre otros. En definitiva, los derechos no han sido un tema prioritario en su agenda política.

Las últimas movilizaciones sociales han hecho que el gobierno despierte de este sueño, precipitadamente, volviendo a la dura realidad, obligándolo a tomar decisiones irrazonadas, apuradas y coyunturales a fin de generar placebos momentáneos ante la ausencia de un plan de gobierno sostenible que permita satisfacer las necesidades más básicas de la población: ha aumentado -5 dólares- el bono de desarrollo humano a 55 dólares, declaró -recién- en emergencia al sistema de salud pública, duplicó el presupuesto a la educación intercultural, no alzará el precio de combustibles, no privatizará los servicios públicos y sectores estratégicos, entre otros.

Estas decisiones que tratan de “aliviar” la situación caótica del país no es la solución a la problemática diaria de las y los ecuatorianos. Al parecer, no existe un equipo asesor íntimo del Presidente que le pongan en evidencia las precarias situaciones que atraviesa el país. De lo que se puede colegir, se cree que el Ecuador está marchando de maravilla, y que los “cambios” realizados en los primeros 100 días de gobierno, nos enrrumbó hacia el más alto nivel de buen vivir. No señor Presidente, el país vive un caos, donde los derechos solo existen para unos pocos, por lo que se le exige correctivos urgentes en base a un diálogo real, caso contrario, como pasó en el cuento, puede ser que las circunstancias le expongan a que “le corten la cabeza” como casi le pasó a Alicia, lo cual no es sano para la democracia. ¡Está a tiempo!