El triunfo de Lasso pone al Ecuador como un ejemplo a seguir en Latinoamérica, lo que implica una gran responsabilidad. Debe iniciar el ocaso del hostigamiento al empresariado, creadores de nueve de cada diez empleos; en un país donde no hay trabajo debido a políticas caducas; y donde el Estado agigantado con una burocracia ineficiente, además de una deuda impagable, está quebrado. Y lo más grave, es que esta inviable situación, fue diseñada por economistas…
Se espera un viraje de ciento ochenta grados en el modelo económico, pero sin caer en los errores de Macri, y de otros torpes liderazgos, que no lo supieron hacer de manera adecuada. Cabe recordarle a Lasso, que la derecha y la izquierda, ya no podrán nunca más ser las mismas. Que, en las cadenas productivas, sus actores tengan respeto, y una oportunidad de crecimiento similar. Que las utilidades de esas cadenas no se repartan nunca más, entre las industrias y sus intermediarios. El regreso de la rentabilidad del productor, espera.
Y si sus planes de gobierno son torpedeados por una antipatriótica oposición parlamentaria, se utilicen las Consultas Populares las veces que sean necesarias, antes que el reparto de la troncha, que tanto daño ha hecho a la república. O el regreso, en una solo pregunta, de la Constitución del 98.
Dejar de incurrir en la corrupción solapada en contratos inflados a los allegados a cambio de gobernabilidad, debe ser el camino hacia la eliminación de la viveza criolla. Cuando nadie roba, la plata alcanza. Incluida la banca.
Es hora de que todo, deje de hacerse políticamente. Que alguna vez, la técnica gane en las proyecciones de lo que se tiene que hacer en cada Cartera, y no los acuerdos políticos entre personas no calificadas, de mentalidad tercermundista. Que el “reparto” ya no sea lo normal, para que las denuncias de corrupción dejen de ser por “mal reparto”. Transformación que dependerá de a quienes tenga en sus primeras y segundas filas.
Y desde esta independiente columna, aplaudiremos sus aciertos y criticaremos, siempre constructivamente, sus errores. Su tarea es titánica. Y él lo sabe.