La solución definitiva a la Asamblea

Giuseppe Cabrera

Si vino con la certeza de que la solución definitiva a la Asamblea es la muerte cruzada o peor aún su eliminación, lamento decepcionarlo, pero no, eso no soluciona nada.

Si usted votó por Lasso, déjeme decirle que no hay atisbo que nos permita creer que, en una eventual muerte cruzada y nuevas elecciones, Guillermo Lasso, volvería a ganar la presidencia. No hay evidencia alguna que sostenga esa teoría, por el contrario, recuerde que Lasso perdió 200 mil votos entre la elección de 2017 y la de 2021.

Y en Carondelet deben estar conscientes que no les dan los números -los votos- para convocar una muerte cruzada. No pasa de ser un mecanismo de presión por parte del Ejecutivo para negociar con la Asamblea Nacional, pero nadie adentro del Gobierno se toma con seriedad la posibilidad de una muerte cruzada. Saben que la calentura no está en las sábanas, pero las amenazas de renuncias, disoluciones, muertes cruzadas, siempre han estado a la orden del día en este país desde el retorno a la democracia, por nuestros políticos que sufren de incontinencia verbal.

Así que entonces, los graves problemas que giran en torno a un legislativo plural como el de nuestro país y que no responde al dedo levantado del caudillo de turno, mejorará con una institucionalización y revalorización del legislativo que pasa obligatoriamente por el sistema de partidos. Los partidos deben buscar como un objetivo en sí mismo, el ocupar curules en la Asamblea, no solo buscar la Presidencia en las próximas elecciones, que es a lo único que apuntan. El legislativo es una victoria y sirve como mecanismo de acción y transformación social. Creo que solo el PSC entiende en algo eso.

Entendiendo eso, pasaremos a la siguiente tarea, que son políticos formados específicamente para ser legisladores, no que usan el legislativo como trampolín, el congelador o la sala de espera hasta que llegue el cargo ejecutivo local -alcaldías o prefecturas- y para eso además, debemos eliminar la absurda limitación de dos periodos, que tiene sentido en cargos ejecutivos (presidencia, alcaldía, prefectura) pero, que no logra sostener su motivación en cargos legislativos (asamblea, concejalías).