Después de muchas expectativas, los resultados electorales del 11 de abril de 2021 en el Ecuador, se desataron reacciones masivas de festejo social, similares a cuando llegamos por primera vez en la historia a octavos de final, en el año 2006, demás está señalar, con las limitaciones propias de tiempo de pandemia, la alegría fue general, aún para los perdedores.
Si vemos en retrospectiva, parecería que el equipo de Arauz se obnubiló por el triunfo de la primera vuelta, todavía retumba en todos, la triste imagen amenazante de Correa con un discurso de venganza o alusión a un posible fraude; no se entiende todavía, como luego de los resultados de exit poll, todo ese tramado de bronca y ataque, dio paso al collage textual con el que aceptaba la derrota. Arauz en una entremezcla de alivio disimulado y aparente madurez, instaba a una reconciliación social, y ya no se escucharon de si, palabras como: odio, culpa; entonces, un tenue reflejo se hizo presente, cuando se dibujó levemente, como víctima él y su familia de violencia.
Sin embargo, la reconciliación social, va más allá de actores políticos, incluye a todos los actores sociales involucrados en el contexto, se da en un contexto de comunidades, en donde coexisten diferentes culturas y tradiciones, aquí la reconciliación supondría lograr tolerancia, confianza y solidaridad a través de la comunicación y de puntos e intereses comunes. Tenemos muchos puntos de interés común, en primer lugar, está la vacunación masiva contra el Covid-19, la salud emocional de todos, la reactivación económica, la educación.
Esta reconciliación implica dejar de lado, por un momentito; las susceptibilidades, los temores, la desconfianza, a las que nos vimos sometidos por la tan mentada “década ganada”; y, que a la larga también, se volvieron búmeran para Arauz. Lasso recibirá un país hecho añicos, pero, un país que, por fin, logra ver un haz de luz al final del túnel, un país que ha dado muestras que tiene solidaridad, fuerza y que sabe trabajar, por eso acoge a tantos seres desarraigados y desencantados; que vienen caminando a pedir limosnas en los semáforos. [email protected]