Implicación colectiva

Víctor Corcoba H
Víctor Corcoba Herrero

Tenemos que apoyarnos entre sí. La tarea es un sumatorio de fuerzas conjuntas que acrecienten la protección viviente y la asistencia humanitaria. Nadie estamos a salvo. Ningún poblador debe huir del mundo; al contrario, debería comprometerse con él. Pero su implicación ha de ser verídica, trascendiendo toda forma de corriente interesada, hasta el extremo de considerarnos poetas en guardia permanente. Viajemos bajo el paraguas de esta inspiración trascendente, lo que conlleva la urgencia del quehacer, nunca la pasividad, para promover la concordia y la justicia para todos.

Si ya, desde el pesebre Cristo nos llama a vivir como ciudadanos de su reino celestial; pues, hagámoslo, comenzando por salvaguardarnos unos a otros, poniendo decididamente el intelecto al servicio del amor. Por eso, en esa participación colectiva, la verdad es lo que nos da vida y la ecuanimidad es lo que nos injerta sosiego.

Tras los caminos recorridos; y, a poco que nos adentremos en nuestra propia historia, nos daremos cuenta que únicamente puede alcanzarse quietud por medio del entendimiento. Comprenderse es la primera acción para activar el lenguaje armónico. Dejemos de fabricar artefactos.

Activemos el corazón, no utilicemos otro sistema para entrar en diálogo, que la mirada acariciadora de nuestros interiores auténticos, como sujetos activos forjadores de un porvenir más humano; un futuro donde todos, y especialmente los olvidados, los marginados, los pobres, tengan la oportunidad de llevar a buen término su condición de personas conciliadoras.

Desde luego, el estado de nuestro planeta y de sus moradores no es fácil, puede llegar a parecernos insostenible, pero nuestros problemas tienen solución con la implicación colectiva. Es cuestión de trabajar unidos, cada cual consigo mismo, con la benevolencia necesaria y la autosatisfacción del deber cumplido. Dicho queda.