Ideas mezquinas

ARMANDO DAZA QUIÑÓNEZ
ARMANDO DAZA QUIÑÓNEZ

El afán inusitado de las potencias del primer mundo de ir a la Luna y a Marte en busca de tierra, agua, y minas de nuevos metales preciosos con mayor valor que el oro, no solamente es por esos elementos vitales sino también para adueñarse de nuevos territorios y hacer más fortuna y tener más poder.

El planeta Tierra por ahora tiene suficiente agua y oxígeno, para atender las exigencias y necesidad vital de la población mundial y, además tenemos reservas acuáticas suficientes en algunos ríos; mar como el Amazonas, los glaciales, en el subsuelo y en los océanos.

Las ideas mezquinas de los pueblos y gobernantes del primer mundo hacen mal gastar y malograr miles de millones de dólares en investigaciones inútiles, para crear nuevos elementos tecnológicos para las guerras perversas, dinero que con un poco de generosidad podría servir para salvar y nutrir millones de gentes que diariamente mueren de hambre y enfermedad en los distintos países y continentes. El poder político y económico debe ir acompañado de meditación aguda, para conseguir ideas y conducta clara y humanitaria que provoquen sensibilidad, creatividad, sabiduría y equidad humana, sobre todo, cuando más cuesta pagar impuestos por excesivas fortunas, que entregar exiguos recursos no reembolsables a los pobres que se encuentran en el África y en los cuatro puntos cardinales del planeta.

José Saramago de Souza Dijo: “Es absurdo gastar tantos millones en viajes a la Luna y a Marte en busca de tierra y agua mientras en nuestro planeta mueren millones de gente de hambre”.

El escritor Griego Sófocles dijo: “La obra humana más bella es la de ser útil a la sociedad”. Estos pensamientos nos obligan a que busquemos conceptos que incentiven y motiven a los hombres acaudalados para que encuentren el valor de la vida, y eviten muertes prematuras consignando auxilio con medicinas, alimentos y emprendimientos valiosos. Madurando intensamente nuestras ideas encontraremos cambios útiles que ayudarán a salvar el mundo. Invertir esta práctica de inequidad, con la virtud de repartir equitativamente la riqueza mundial.

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