Huiracchuros

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

El huiracchuro es el ave de los tungurahuenses porque al morir, muere cantando. Es una bella y trágica imagen de resistencia ante lo inevitable. Entiéndase bien que no hablo de la tan mentada resiliencia que es sobreponerse a la tragedia sino de aceptarla con dignidad y en pie de lucha aún cuando la esperanza ya se ha perdido del todo.

No lo hemos tenido muy en cuenta en nuestro mundo positivista e ingenuo, pero el fracaso existe, las cosas se tuercen y el dolor nos hace sucumbir, pero esta realidad tan humana y posible no nos quita la oportunidad de resistir con dignidad y valor, de cantar ante la muerte como el huiracchuro.

Pienso en los ucranianos que en este momento son la reserva moral de occidente. No solo porque están defendiendo su país de las garras de un agresor titánico, bravucón y delirante, sino porque al hacerlo están siendo la primera trinchera de nuestra civilización abierta y plural frente a un sistema opresivo, anti-derechos y oligárquico como el de Putin.

Ucrania está resistiendo épicamente y en solitario una guerra perdida en la que ningún otro Estado ingresará mientras no se vea amenazado directamente. Un huiracchuro a merced de un oso. Ni siquiera Putin, sin embargo, esperaba que esta ave resistiera tanto y tan dignamente o que los 27 estados de la UE fueran unánimes en abrir fronteras y ayudas. Lo que sí que ha seguido sus cálculos es la pasividad oprobiosa de USA, el persistente vacío de liderazgo en un occidente sin Merkel y la creciente crispación global en detrimento de la globalización y los lazos multilaterales que con tanto esfuerzo se crearon tras la guerra fría.

Aún no podemos medir las consecuencias de este conflicto en el corto o mediano plazo. Sin embargo, quiero usar este espacio para homenajear y ponerme indudablemente de parte de quienes resisten y mueren resistiendo.