Gracias Lenín

Ángel Polibio Chaves

El lunes 24 de mayo, los ecuatorianos fuimos espectadores de la transmisión de mando presidencial; una sobria ceremonia, en la que el Presidente saliente asistió a entregar los símbolos del poder a quien había sido elegido por el pueblo para relevarlo en tan alta dignidad. Para quienes hemos seguido la política ecuatoriana en los últimos años, la escena fue particularmente reconfortante: en mucho tiempo, un presidente de la república completaba su mandato y lo entregaba a su sucesor en forma sencilla pero solemne. Entonces me nació cumplir con una obligación ciudadana: agradecer a quien había hecho posible que esto ocurriera.

En efecto, se podrían señalar muchas cosas negativas del gobierno de Lenín; desde su discutido triunfo electoral, su tibia actitud frente a la justicia; la falta de un apoyo decidido a una fiscalía que quería actuar conforme a la ley; el mantener en su entorno a personas de dudosa reputación, y seguramente, muchas otras que han sido denunciadas ya por ciudadanos y comentaristas.

No obstante, la iniciativa para convocar a una Consulta Popular para romper en algo la estructura totalitaria edificada por su antecesor; el tratamiento dado a los intentos desestabilizadores que por varios medios y en distintas ocasiones ejercitaron los “revolucionarios” para recuperar el poder y lograr impunidad para sus secuaces; la política económica adoptada para superar la quiebra total en la que quedó el país luego del desgobierno correísta; una política social si bien más asistencialista que transformadora; enfrentar la gravísima emergencia sanitaria con un sistema de salud débil, desabastecido, sin personal y sin equipamiento; algunas medidas para superar la asfixia de la deuda, son aspectos que no pueden desestimarse y que con todas las falencias que pudieren imputárseles, nos permitieron arribar a un cambio presidencial democrático que nos anima a la esperanza y eso ya es bastante; por ello nada más justo que decir: Gracias Lenín.