Entre todos los retos que tienen los gobiernos locales se suma el cambio climático, un desafío relativamente nuevo especialmente para las ciudades de Latinoamérica, lo que en efecto obliga a un involucramiento del gobierno y autoaprendizaje de los ciudadanos.
Los líderes políticos en todas sus instancias asumen su rol para planificar pensando en el pueblo que los eligió, y para no perder el norte no debe perder a los ciudadanos. Ambos, gobierno y ciudadanos son gobernanza, el uno sin el otro no avanza. En esta simbiosis, la participación ciudadana en los Gobiernos debe ser significativa, y son los mandos medios quienes tiene la facilidad de abrir los espacios de diálogo para no marginar el criterio ciudadano en la planificación de los territorios lo que se configura en un proceso permanente de construcción.
Ahora, si más del 70% de personas en el mundo viven en las ciudades, tenemos razones lógicas y sensibles para entender el por qué la presencia de más colectivos militando por diferentes causas. Las necesidades son palmadas en los barrios, en las comunidades, un sistema de participación ciudadana es básico para hablar de democracia, de derechos, de bienes comunes, y Desarrollo Sostenible.
Hoy en Santo Domingo vemos colectivos ambientales fortalecidos, porque es claro que las necesidades de servicios básicos, producción, movilidad y bienestar están ligadas al ambiente. Es así que, la conservación de nuestros espacios verdes pasó de ser una opción a una obligación, no lo decimos en exageración, son consignas establecidas con sustento científico en el mundo, nunca antes en la historia se dio la necesidad de militar por el futuro del planeta, por eso debemos construir con los grupos claves que han profundizado las necesidades ambientales y así promover gobiernos urbanos pioneros y participativos.