¿Gobierno moroso?

Ángel Polibio Chaves

Al cumplirse el primer año de gobierno del señor Lasso, es factible ya determinar el nivel de respuesta a las expectativas que el pueblo ecuatoriano tenía cuando le confió la responsabilidad de conducir los destinos del país.

 Ya no es posible seguir endosando responsabilidades a los diez años de latrocinio del gran hampón, ni siquiera de los cuatro deslucidos años de su  sucesor: ahora es responsabilidad de su gobierno.

Ciertamente que, por sus antecedentes, no habría sido de esperar un gobierno progresista, pero el Presidente se encargó de proyectar la imagen de un gobierno liberal moderno, en el que a la par que se trataría de superar los graves problemas de las finanzas públicas y se generaría un ambiente propicio a la inversión privada y al desarrollo de las potencialidades empresariales grandes y pequeñas, se trataría de superar las grandes diferencias políticas para enfrentar los graves problemas de pobreza, desocupación e inseguridad.

Más allá de la exitosa campaña de vacunación que reconocemos, y cifras macro económicas positivas, hoy tenemos un gobierno desorientado, enfrentado con casi todos los sectores políticos, que adopta medidas que afectan duramente a la clase media empobrecida por la pandemia, un país con altos índices de desocupación, enormes masas que viven en situación de pobreza, con servicios básicos como la educación y la salud públicas en estado deplorable, indolente frente a la crisis de la seguridad social, desentendido del alza de los precios de los bienes de primera necesidad, casi superado por la inseguridad y que va delineando una política neoliberal extremadamente peligrosa en un país con enormes diferencias económicas y sociales.

Es de esperar que se despoje de la ilusión de que las fuerzas del mercado lo solucionarán todo, que debe procurar un encuentro efectivo con todos, que no puede perder la oportunidad de corresponder al alto honor que le asignó la historia.