Seguramente luego de la lectura del título de esta columna se le habrá venido a la mente esos particulares casos que se ventilaban en un clásico de la televisión, Tres patines y la tremenda corte. Es que aunque parezca descabellado, cada vez nos acercamos más a un “experticidio” social, o acaso podemos negar la cantidad de expertos y opinólogos que han surgido ante los últimos acontecimientos nacionales y locales, que abordan desde temas electorales, incendios forestales, DDHH, solo por mencionar algunos.
El diccionario de la RAE, define al término experto como una persona especializada o con grandes conocimientos en una materia, de ahí que podemos, con cierta relatividad, concluir que una persona es experta en una actividad o materia cuando posee un mínimo considerable de experiencia práctica y formación, no me refiero con esto a quienes consideran que una charla o curso breve los convierte en voceros competentes para emitir criterios sobre asuntos de relevancia social.
Lo que preciso en estas líneas obedece a esa increíble capacidad que ha desarrollado el ecuatoriano para volverse experto en tanto y cuanto tema requiera de opinión o comentario en redes sociales. Me dirá estimado lector, que acogiéndose a su libertad de expresión, puede expresarse por los medios y en temas que se le pegue en gana, lo cual es correcto, pero debemos por responsabilidad social distinguir lo que es una opinión profesional, una crítica o comentario, principalmente porque una opinión sin sustento o soporte técnico, genera especulación y zozobra en la población, convocando a un innecesario caos. No se diga entonces, en esos casos donde los “especialistas” acomodan búsquedas en Google para sustentar sus criterios en las concurridas discusiones de redes sociales, eso es deshonesto.
Nuestra ciudad ha soportado una avalancha de opiniones relacionados con dos hechos puntuales, el incendio en el Casigana y ciclovía, sobre los cuales no pretendo profundizar ni dramatizar, pero realmente ¿tenemos la certeza de cuantos ambateños conocen a profundidad dichos temas, y con criterio técnico puedan construir verdaderos debates alrededor de estos?
Los grandes acuerdos sociales, no se alcanzan agitando comentarios relacionados a temas controversiales. Opinemos, critiquemos, debatamos, pero sobre todo propongamos. Si esa capacidad que tenemos de opinar “de todo”, la transformamos en una capacidad de construir y proponer, definitivamente vendrán días mejores.