Esos detalles

Rocío Silva

Los habitantes de la comarca (léase Ambato), se han ido acomodando a los diferentes y secuencias procesos de las condiciones urbanas imperantes, claro está, que dicho acomodo, ha sido acorde a los diversos pisos de acumulación económica y prestigio social logrados o pretendidos.

Las decisiones político-administrativas en la comarca, se han originado y concluido en las demandas de las diversas apropiaciones culturales que hacen que las prácticas cotidianas, alcancen matices anhelados; así, las calles adoquinadas de los años setenta ya no albergan más a perros callejeros, los barrios residenciales se tomaron las huertas circundantes y el río hace rato que dejó de ser el espacio cómplice de las andanzas y flirteos de muchachos y muchachas.

Ahora, el pretendido medio ambiente urbano de la comarca, está constituido por una transformación de la naturaleza circundante en una ilusión de metrópoli,  con elementos por momentos demasiado agresivos y de mal gusto, verbigracia la cobertura de concreto del socavón,  estos resultados se cocieron en la paila  de las intenciones  materiales e inmateriales de las administraciones municipales de turno, así como en su dinamismo metabólico, propio de un espacio humanamente producido y que nunca es eterno, como el mismo poder.

Las desigualdades socio-ambientales, materializadas en las distintas dinámicas y morfologías que componen la comarca, se evidencian en detalles actitudinales adoptados, vividos, o bien impuestos en ella por los comarqueños. El imaginario del  acceso al disfrute social de las limitadas condiciones ambientales del espacio público en la ciudad, toma importancia en la medida que se entienden estas como la ausencia o presencia de esos detalles actitudinales, casi imperceptibles de las formas de apropiación desde lo individual y lo colectivo, las cuales, se expresan en  las respuestas comportamentales de los ambateños, así los otrora monumentos colorinches de retazos de baldosas, que un momento llamaban la atención, ahora en su decrepitud ya ni siquiera son percibidos, otro ejemplo de percepción del convivencia urbana, está en  la mayoría de los paseadores de perros  sin correa y bozal, y ante cualquier reclamo de otros caminantes dicen: “no le hace nada, es juguetón nomás”; en fin detalles. [email protected]