Perú revuelto

CARLOS CONCHA JIJÓN
CARLOS CONCHA JIJÓN

Existe mucha expectativa sobre el triunfo de Pedro Castillo a la presidencia del Perú y en especial cuál sería su accionar desde el poder. No hay duda que ha sido un buen profesor de escuela y hasta cierto punto carismático, pero una cosa es gozar de simpatía y otra echar andar un país un tanto revuelto que debe ser direccionado por la senda correcta sobre todo cuando existe una lucha intestina sacando presidentes, con el mero poder del voto, aupado en improvisadas mayorías, que parecen sin ideologías, pero dominadas y direccionadas con acuerdos pegados con goma, que terminan despegándose.

Algunos críticos un tanto pesimistas piensan que Castillo en la presidencia no sabría qué hacer y actuaría como un simple entusiasta político carente de determinados conocimientos que demanda la administración de un país. Otra realidad grabe es la de no alcanzar mayoría en el parlamento, obligándose a efectivizar alianzas con varias agrupaciones políticas, que se transformarían en lobos del parlamento al compás “del tira y jala o del toma y daca” situación que impediría que la nave del estado en esa tormenta política no llegue feliz a algún puerto.

Estas circunstancias podrían llevar al país a un estado de inestabilidad, dando pábulo a la ingobernabilidad y el consiguiente malestar nacional. El hecho de haber varias fuerzas políticas dispersas en un parlamento, sin alcanzar una mayoría, pero disputándose el poder, podría dar el aparecimiento negativo de una fuerza extraña al pensamiento de Castillo que llegue a controlar el parlamento, lo que haría que el presidente quede simplemente como un mandatario de palacio, mientras tanto podría darse el caso que otras corrientes políticas nocivas germinen en el país tratando de guiar al pueblo por un laberinto de incomprensiones e induciendo a la conciencia nacional la institucionalización de nuevas y perversas ideologías extremistas.