En qué país vivimos

Jaime López

Diariamente atormentados por las noticias de lo que nos su cede y por los presagios que los sicarios, uniformados o no, fabrican  y por lo que el Gobierno no hace y nos  llegan  a nuestro análisis, que nos obligan a pensar que en donde mismo  vivimos, si en nuestro hogar familiar  cada vez inundado de angustias y lágrimas verdaderas,  ya que programaciones y posibles soluciones  no sirven, o vivimos en un País lleno de  hogares como el nuestro,  cuyos paralelos y meridianos son cadenas que aprisionan  lo que un día  fue su geografía física y humana libre y boyante, pero al que  le Gobierna un mandatario no muy diferente de aquellos que  fueron criminales y corruptos y lo llevaron al borde del precipicio ,  donde solo basta un empujón más y le arrojen a donde la ley de la gravedad no existe. Sí, es preciso ser duros, utilizar lenguaje que merece  llegar  al oído y a la conciencia de los narco generales y que nos  digan tantas  realidades que  revelen que mismo pasó con  el radar instalado en Manabí, las investigaciones efectuadas  sobre los miles de dólares que don Naza llevó al parqueadero del Ministerio, antes de su inmediato asesinato, que nos aclaren  de una vez por todas el  asesinato del General Gabela y que a su heroica esposa no la encierren en el silencio de una historia fraguada para salvar a otros culpables. Sí, es necesario calificar en este domingo de resurrección, que lo que hizo el Gobierno con el ridículo habeas corpus concedido al delincuente condenado por varias sentencias, fue algo similar a lo que hizo Pilatos en la condena a Jesús, solo que, en lugar de lavarse las manos, el delegado del Gobierno se lavó la cara y no pudo hablar porque el agua le impedía hablar. La ironía  quizá un poco desmedida, cabe  hacerla y colocarse al lado de millones de ecuatorianos porque en  ese amasijo llamado Asamblea , cuya mayoría  de integrantes pretende no solo  cambiar la Presidencia  si  no  también  manipular la designación del Contralor y  la elección de candidato a la Presidencia del País, que por lo que ya se dice, no será otro que el  plagiador con arete, porque hay que  ratificar que vivimos, por ahora, en un País situado al borde de un precipicio gobernado por quien se aferra a durar y no a actuar.