El mensaje

Freddy Rodríguez

El mensaje inicial fue sobrio, directo, emotivo, esperanzador. Nos invitó a soñar en que es posible la construcción de un mejor Ecuador, en donde las inevitables y hasta saludables diferencias de criterios se las procese civilizadamente, trabajando más en lo que nos une que en lo que nos separa.

El mensaje, como lo comentaron en las redes sociales, parecía más de un político socialdemócrata que de un conservador: mencionó por ejemplo los derechos de las mujeres, y la necesidad de establecer políticas claras para garantizarlos.

“No he venido a saciar el odio de pocos, he venido a saciar el hambre de muchos”, dijo el presidente Lasso en otro momento de su intervención, en clara alusión al clima de confrontación política que ha sido característico en nuestro país, y que se exacerbó a límites inimaginables en los últimos 14 años, pese al talante conciliador del expresidente Moreno.

Vimos con entusiasmo como Lasso se dirigió a la Presidenta de la Asamblea, invitándola a trabajar juntos en beneficio del país, relievando el hecho histórico, inimaginable hasta hace poco, de que las dos más altas funciones del Estado estén presididas la una por un exbanquero y la otra por una mujer representante del movimiento indígena.

Minutos antes, la señora Guadalupe Llori en una intervención muy ecuánime, también expresó su deseo de trabajar mancomunadamente con el presidente Lasso, sin convertirse en un obstáculo para el Gobierno.

Importante fue la ratificación de la oferta de vacunar contra el covid a la mayoría de ecuatorianos en los primeros 100 días de su Gobierno, lo cual, sin duda, sería un logro que permitiría iniciar el retorno paulatino a la normalidad, y el primer gran paso para la reactivación económica.

¡Qué lejos estuvieron del cambio de mando esas proclamas altisonantes de “refundación de la patria”, tan propias de los llamados “gobiernos revolucionarios”!

El Presidente Lasso ha tenido un inicio muy promisorio, con mensajes claros y positivos, y nos corresponde a los ciudadanos apoyar las buenas iniciativas del Gobierno, y criticar cuando haya que hacerlo, pero siempre dentro de los límites de la tolerancia y el respeto.