El gatillo fácil y el uso progresivo de la fuerza

Giuseppe Cabrera

Los protocolos de la Corte IDH en torno al uso progresivo de la fuerza, no cuida a los “delincuentes”, nos cuida a nosotros de la extralimitación del Estado respecto al monopolio legítimo de la violencia, para que no sea usada en nuestra contra, para que no se repitan los escuadrones volantes, los hermanos Restrepo o el caso Fybeca.

Ninguna persona puede tener licencia para matar indiscriminadamente. La cuestión no es si un policía está habilitado para usar su arma, porque no es spoiler, pero, lo está, no hay tal ley que permita a un delincuente matar y obligue a un policía a quedarse quieto, eso lo dice que gente que en su vida ha abierto una ley y en muchos casos, libro alguno.

Sin duda el sistema penal es perfectible, existen errores respecto a la prisión preventiva, a la detención en flagrancia, como otros aspectos que deben ser regulados por nuestros legisladores en lugar de crear novelerías como los juzgados anticorrupción, -pero, ese es otro cuento-. Actualmente sí está regulado la legítima defensa personal o de terceros y, en el caso de los policías en el ejercicio de sus funciones.

En Ibarra un hombre retiene durante 90 minutos a una mujer con un cuchillo en el cuello ante la mirada imperturbable de media docena de policías, que no terminan haciendo nada y, que concluye con la muerte de la víctima en grabación en vivo por redes sociales. Por otros lados, un policía dispara por la espalda 12 veces a 2 delincuentes en fuga, después de que soltaron al joven y las pertenencias que le habían hurtado.

¿Se ve la diferencia? Esto no es sobre si pueden usar su arma, sino sobre si saben cuándo y cómo hacerlo.

Es evidente que la Policía Nacional, no tiene recursos que permitan responder esas interrogantes y, que el responsable es el Gobierno. Que necesitan recursos para hacer prácticas de tiro y tener capacitación permanente sobre los protocolos y simulaciones reales en las que tendrían que diferenciar de qué manera usar su arma. Pero, querer justificar el gatillo fácil, es cruzar la línea a la ley del viejo oeste, en la que Ecuador tiene experiencia respecto a los excesos de la fuerza pública.