El debate que no fue

Jaime López

Sobre todo porque los que lo confeccionaron equivocaron del medio a la mitad y naufragaron en la solapada propaganda del régimen agónico, pretendiendo que los protagonistas del debate, en los dos minutos que les asignaban, le dijeran al país mucho más de lo que ya le han dicho en sus propuestas notariadas, de los cinco ejes estructurales que los organizadores del debate y el país están ansiosos por encontrar soluciones y respuestas para que no termine de desmoronarse en esperanzas y ojalás.

 Además, el debate que no fue, antes de que se transmita en cadena nacional, la mayoría del país guardaba en su interior un convencimiento de su fracaso, un silencio cauto, porque la falta de intelecto e inteligencia del candidato títere no permitía esperar otra cosa, pero aferrados a que la coyuntura fuera superada porque los protagonistas tenían que resolverlo y porque uno de ellos mentalmente superaba la deficiencia mental del otro,  quedó como elemento de sus campañas y como reflexión de lo que pudo ser y no fue.

Lasso no respondió como debía, los insultos programados por el titiritero para que Arauz los dijera, a pesar de que son la misma letanía llena de elementos populistas, de argumentos contra los banqueros y la banca, de credos emanados en el foro de Sao Paulo y similares, como que la administración financiera de la banca comercial fuera un crimen y sus empleados criminales.

La sonrisa sardónica de Arauz aún no llega a ser ni una incipiente simulación de la ofensiva que detentaba su amo cuando profería sus insultos, los empresarios de su campaña son seguridad han de recurrir al maquillaje, sobre todo al interior, porque el exterior es obvio no modifica, el títere, para que su candidatura consiga una posible superación de su techos de votación. Lasso debe enfrentar con sus asesores la canallada indigna de la nueva mayoría de la Asamblea que de buenas a primeras olvidó una vez más que hay un país que no perdona y le deja para resolver a la próxima, lo que esta debía hacerlo.