Ecuador se juega su futuro

EDUARDO CRIRIBOGA APONTE
EDUARDO CRIRIBOGA APONTE

En este denominado “silencio electoral”, se abre la ocasión irrepetible, de que el país entero medite su voto, haciendo un recuento personal de lo que representan los dos sistemas que el domingo disputarán el sitial de dirigirnos hacia mejores días, o hacia un infierno. Ambas candidaturas tienen situaciones que buena parte de los ecuatorianos, rechazamos. Y el voto nulo, no representa un rechazo a estas alturas, pues sería perder la oportunidad de que ofrecer un mínimo de confianza a algún candidato. Gústenos o no el candidato.

El uno representa a un grupo de prófugos y sentenciados por la justicia; el otro representa a una banca que no ha sido patriota para aupar los emprendimientos. Los unos representan un sistema de corte fascista, escondidos detrás de una política de izquierda, que se metió astutamente al bolsillo al pueblo con obras, que durante décadas otros gobiernos ni las contemplaron, pero donde hubo hurtos inmorales y legalmente comprobados. Lo que atenta contra la higiene mental y moral del ciudadano.

Pero por el otro lado, aparece un ex empresario de éxito, cuyo pecado fue ser banquero, no obstante, de sus actos jamás se le acusado de ningún ilícito. Falto de carisma, calculador y distante como todo hombre de negocios, pero con ideas renovadas para sacar al país del hueco en que se encuentra. Ya la derecha o la izquierda, nunca más serán las mismas. Ecuador requiere, lo que se requiere, empezando por un baño de unidad y honestidad que recomponga un tejido social resquebrajado.

Ahora es el país el que decidirá a cuál candidato confiará su futuro. El uno ofrece perpetuarse en el poder por 50 años, pues todos sabemos cómo ellos ganan las elecciones; mientras el otro ofrece mantenernos en democracia. Una democracia imperfecta, pero, al fin y al cabo, una democracia. Con la posibilidad de opinar y protestar sobre lo que creemos no es correcto, sin que nos persigan. Y el otro, con su reprochable cooptación de todos los poderes, construyó un Estado de propaganda, que alienó la mente de mucha gente, despertando un fanatismo entre los adictos al populismo.

El futuro lo decide ud. estimado lector.

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