Eddy Arrobo Rodríguez
El pasado 9 de agosto las calles del Norte de Quito se convirtieron en el escenario del cruel, espantoso, cobarde y abominable sicariato ocurrido en contra de Fernando Villavicencio Valencia, candidato a la presidencia de la República del Ecuador, por el Movimiento “Construye” lista 25.
El candidato presidencial tras varias amenazas contra su vida e integridad en múltiples discursos había mencionado que “su chaleco antibalas era el pueblo”, sin embargo, los sicarios le dispararon directo a la cabeza y con esos balazos pretendieron borrar sus investigaciones que revelaron tramas de corrupción en el país, impedir que siga denunciando a las mafias y silenciarlo para siempre. Esas balas no fueron solo destinadas a la humanidad de Fernando, también penetraron en nuestras esperanzas de un futuro mejor y dejaron desangrada a la democracia.
En este contexto, el país llora y clama porque este asesinato no quede en la impunidad. Es evidente que el Ecuador está secuestrado por las mafias es por eso que los ciudadanos de bien debemos empezar a comprometernos con el cambio, no podemos quedarnos con los brazos cruzados y ser simples espectadores, pues, en palabras del líder Martin Luther King “lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”.
Es por esto que, este domingo 20 de agosto, los ciudadanos ecuatorianos estamos en el gran dilema de escoger entre patria o mafia, ya que, responsablemente tenemos que ir a los respectivos recintos electorales, lugares que serán el “campo de batalla” donde la principal arma será un voto reflexivo y a conciencia, donde triunfe la gente buena, la libertad, seguridad, justicia, honestidad, educación, salud y el amor a la patria, caso contrario, vencerán los políticos corruptos de siempre, que conviven con delincuentes, narcos, pandilleros y vacunadores, quienes anhelan a toda costa la impunidad de sus fechorías, sus negociaciones soterradas y la perpetuación en el poder.