El día después de las elecciones

Giuseppe Cabrera
Giuseppe Cabrera

Escribo este artículo un domingo en la tarde y espero que hoy día, no haya perdido la democracia, no se haya aprobado la demagógica intención de reducir asambleístas, afectando la representación de los que siempre están abajo, de las provincias pequeñas, de las mujeres, los jóvenes y los pueblos y nacionalidades indígenas.

Espero también, que el Alcalde (sa) y Prefecto electo, tengan la suficiente madurez para dejar la campaña atrás y empezar a trabajar, con un equipo capaz e íntegro, alejados de los aduladores y los oportunistas y que, dejen sus malas prácticas de la campaña sucia y los troll center, en el que todos, incurrieron y seguramente quienes han ganado también.

Ojalá y, el Gobierno asuma la victoria o la derrota con honor y humildad, porque sea que hayan ganado o perdido, se encuentran ante la próxima crisis de legitimidad que ses les avecina, si ganan y no hacen las cosas bien, serán incapaces y, si pierden, las medidas de hecho y salidas institucionales otra vez se plantean sobre la mesa. El gobierno ha arriesgado mucho, para ganar tan poco con esta consulta.

Que este artículo encuentre un país más justo, donde las muertes políticas no queden en la impunidad y, se descubra quienes estuvieron detrás de los casos de sicariato a los candidatos en las elecciones seccionales.

De aquí, Ambato entra a sus fiestas y, tiene que hacerlo con el compromiso férreo de que la democracia no se la ejerce cada 4 años con el voto, sino que se materializa con el uso sostenido de los mecanismos de participación ciudadana y control social.

Con todo y la pesadumbre que me acompañó a votar, frente al aumento de la violencia, las muertes y la campaña ruín y la bajeza que hemos vivido estos días, veo el futuro con esperanza, porque aún el voto puede ser un termómetro social y la mayor arma de igualdad republicana. Desde el más poderoso, hasta el que menos tiene, son iguales durante el minuto en que se paran frente al biombo; su voto vale igual que los demás. Y esta premisa republicana nos obliga a estar juntos a reconocer a quienes hacen bien las cosas y castigar a quienes ya se equivocaron, en cualquier otro espacio en el que eres parte.