Comodín político

En ese dilema se encuentra el gobierno, por un lado le ha resultado difícil el poder llegar a acuerdos legislativos, a tal punto que la capacidad de negociación de su frente político se ha visto muy limitado por las prebendas intransigentes de la oposición.

Por otro lado tenemos una Asamblea que tampoco ha dado pie para apoyar al Ejecutivo, sopesa mucho más los intereses políticos partidistas que un verdadero debate de los proyectos de ley.

Ahora bien, se oyen rumores de una posible “muerte cruzada” amparados en el artículo 148 de la Constitución en donde el Presidente tendría la posibilidad de disolver la Asamblea Nacional y gobernar bajo su mejor criterio y sin oposición durante un máximo de seis meses hasta que se realicen los procesos electorales, esta figura constitucional vendría a ser una especie de comodín político para aliviar la ingobernabilidad actual, pero con un alto costo al final de cuentas ya que tarde o temprano puede resultar beneficiado el correísmo que a su vez vendría fortalecido por la coyuntura del momento y por el desgaste político natural del ejecutivo.

La Asamblea Nacional es una vergüenza, con honrosas excepciones, por supuesto, pero la gran mayoría son presas de la codicia y avaricia política y su principal objetivo es obstaculizar de cualquier manera al poder Ejecutivo.

Los debates no son constructivos, son básicos y responden a sus líderes, primero la aprobación de las amnistías en donde se beneficiaron muchos corruptos y que fue una monumental metedura de pata y  una burla para todo el país.

Luego de ello el bloqueo de la ley de inversiones, todo conlleva a que Lasso se viera tentado de utilizar esta herramienta constitucional, pero no hay que olvidarnos que la “muerte cruzada” es aquel invento de la Constitución de Montecristi hecha a la medida del caudillo del momento, el Presidente no debe optar por esta alternativa, sería utilizar las mismas prácticas, en su defecto, la consulta popular podría ser un mecanismo más adecuado.