Vivienda y pobreza

Mauro Tapia

En el mundo la vivienda es considerada dentro del conjunto de derechos humanos que aseguran el bienestar y un nivel de vida adecuado. En el Ecuador, el hábitat, la ciudad y la vivienda también son derechos contemplados en la Constitución.

En el país, aproximadamente 2,8 millones de ciudadanos están localizados en asentamientos precarios e irregulares. En Santo Domingo el 47,8% de las viviendas se encuentran en tugurios y alrededor de 20 mil familias están asentadas en zonas de riesgo.

La vivienda, como un aspecto clave en la construcción de un hábitat de calidad, debe desarrollarse bajo la articulación de políticas nacionales y locales que consideren al suelo, y el tratamiento de este, como un recurso escaso, considerando sus funciones sociales y ambientales a fin de que garanticen la calidad de vida para toda la población.

La nueva visión de hábitat sostenible del país, plantea que la informalidad en la tenencia del suelo sigue siendo uno de los principales problemas asociados a la falta de vivienda. Las dificultades para acceder a suelo y vivienda, los patrones culturales y las redes de tráfico de tierras hacen que este problema sea persistente y complejo

Para cambiar esto es necesario promover la cohesión social entre los diferentes barrios y cooperativas, mediante la diversificación de la oferta pública de vivienda social. Se debe desarrollar una política local de vivienda a largo plazo, que se vincule con la planificación urbana local y garantice el acceso a suelo para vivienda, para lo cual es importante promover la conformación de un banco de suelo para viviendas de interés social, considerando los riesgos y vulnerabilidades, la afectación al paisaje, la pertinencia cultural.

Desde este punto de vista, la vivienda, como hecho social de habitar, debe ser considerada como una necesidad de primer orden, a partir de la cual se constituye uno de los derechos constitucionales fundamentales; y, la privación por lo tanto de una vivienda digna es una de las manifestaciones más visibles de la pobreza y la exclusión social que puede tener la sociedad moderna.

Es hora de pasar de la declaración a la acción concreta, es momento de construir una ciudad para vivir bien.

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