El pasado domingo a horas de la madrugada ocurrió un desastre provocado por una explosión de gran magnitud en los suburbios de Guayaquil. Dicha explosión dejó un saldo de 5 fallecidos y 17 heridos de los cuales varios se encuentran en estado crítico.
Existió el debido pronunciamiento del gabinete de seguridad que el Presidente de la República formuló para contrarrestar posibles eventualidades y pese a ello se presentaron más casos de objetos relacionados con explosivos. Está claro que el crimen organizado de a poco gana espacio en el territorio y los esfuerzos van quedando limitados ante su crecimiento lo que expone a la ciudadanía a un inminente peligro y nos tiene en una incertidumbre constante.
Es horrible sentir que estamos en una especie de cuentagotas o que el conteo regresivo del reloj puede estar en cualquier lado, afectar a inocentes y dejarnos expuestos a cualquier nueva catástrofe, anhelamos no pase, definitivamente cada vez vemos más de lejos al Ecuador de paz. Hoy más que siempre impera la necesidad de reforzar el cordón de seguridad que la nación posee.
Hay un conteo regresivo que se enquista en el tímpano de nuestro Presidente y su Gabinete y es el de la paciencia de los ecuatorianos que demandamos acciones. La inseguridad llegó al hastío de todos, no queremos que la plenitud y el bienestar se consideren una utopía.
Preocupa sobremanera el hecho de que los ciudadanos tengamos temor a protestar o exigir puesto que cada uno vela por la seguridad de quienes amamos y la permanencia de nuestras fuentes de ingreso lo que debilita la capacidad de cuestionar y exigir al Gobierno. En todo caso el “tic tac tic” de la paciencia ciudadana reposa en el oído de nuestro señor Presidente que día a día se siente acorralado por la presión social y las fuerzas oscuras. ¿Qué duda cabe?