Sismo-resistentes

Javier Corella Sánchez

Últimamente nos encontramos con un considerable número de eventos desafortunados que se relacionan con los movimientos telúricos que azotan la zona en la que nos ubicamos como país. Está claro que entre mitos y verdades estos fenómenos nos preocupan pues el terremoto del 2016 nos dejó secuelas tanto políticas y económicas, pero sobre todo emocionales.

Los protocolos están definidos, ya la ciudadanía al parecer tiene claro qué hacer en cualquier caso, más no está por demás conocer ¿cuáles son las posturas de los gobiernos tanto locales como nacional desde los puntos de vista logísticos, comunicacionales, presupuestarios entre otros que permitan hacer frente a cualquier evento adverso impredecible?

Ecuador como todos los países del mundo a lo largo de los años han sufrido efectos de la naturaleza y con sus esfuerzos más las ayudas comunitarias han podido sobrellevarlos. Para focalizarnos en Ecuador hemos pasado por varios estragos naturales como epidemias, inundaciones y movimientos sísmicos; estragos sociales como manifestaciones, paralizaciones, huelgas, entre otros; estragos políticos como destituciones, juicios y demás conceptos que empañan la evolución política de la nación.

Entonces podríamos concluir que ¿Ecuador es un país de estragos? Que en medio de los estragos ¿somos los ecuatorianos y demás habitantes del Ecuador quienes sufrimos las consecuencias y hemos podido resistir a ellas? Indudablemente lo somos, hemos resistido a un sinnúmero de eventos adversos que acompañan nuestro día a día y que curiosamente no son sencillos de prever.

La resistencia a la adversidad es algo que nos define, pero a la vez nos coloca en un punto de quiebre en el cual no queremos más de lo mismo y buscamos situaciones diferentes. Resistir no es malo, acostumbrarse a ello indudablemente lo es.

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