Por: Simón Bolívar Gallegos G.
Me preguntó un amigo, por investigar a qué me dedico; le respondí: Un abogado es al mismo tiempo , un amigo, un asesor del sistema jurídico, un representante de clientes y un ciudadano público con una responsabilidad por la calidad de la justicia. Capacitado para explicar e interpretar la ley o manejar asuntos legales y comparecer ante los tribunales.
Lleva sobre sus hombros la responsabilidad de buscar la justicia; para su cliente y la paz equilibrada para la sociedad.
Abogado del latín advocātus, es un doctor o licenciado en derecho que se encarga de la acción o defensa de los justiciables, tiene por máximas: amar su profesión, ser leal tanto al cliente como al adversario y también a la propia ley, luchar por la justicia, trabajar duramente, tolerar y tener paciencia. En estos últimos tiempos mal calificados, por errores propios de la humanidad, que descalifican a la más noble de las profesiones.
Al servicio de la sociedad
Decir abogado es garantía de legítima defensa, del secreto profesional (no puede divulgar la información que le aporta su cliente). Que le obliga a litigar conforme a su rol social, en busca de la justicia, más allá del derecho.
Profesión que bien merece un gran y efusivo saludo, por estar al servicio de la sociedad, por encima de toda crítica burlesca; que no llega en lo más mínimo a disminuir su estirpe o grandeza. Viva -El Abogado- Viva su accionar… en el día clásico del Abogado.
Respondiendo a mi amigo: la mejor y más noble de las profesiones, porque libera pasiones, soluciona conflictos y proyecta metas, acorde con el rol que te propongas, pero siempre por derecho.
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