El aumento de escenas de violencia en los últimos años en nuestro país, nos pone de manifiesto el efecto del narcotráfico y el crimen organizado, así como el fenómeno de la narcocultura, que se expresa en diferentes aspectos como la música, literatura, moda, arquitectura, vehículos, estética corporal, las costumbres y modo de vida. Pero ante todo la normalización de la violencia, el culto a las armas y el «vale todo por dinero».
La promesa para quien ingresa a este mundo es la obtención de placeres rápidos, a base de “poco esfuerzo”, pero que representa daños irreparables a otros y así mismos. La expectativa de vida de estas personas es relativamente baja, el 97 % de los fallecidos por armas de fuego son adultos menores de 30 años, incluyendo niños.
Aunque los medios de comunicación trasmitan información sobre la cantidad de muertos diarios a causa de la delincuencia organizada, muchos jóvenes se ven atraídos por la ficción de las narcoseries y los corridos, que se han convertido en apología del narcomundo. Idolatrando a personajes de tv como El Capo, entre otros.
Como dice el argot futbolístico “nos están metiendo un gol por las galletas”. Por un lado, la industria nos vende un entretenimiento cargado de violencia y degradación humana, disfrazado de poder; por otro lado, la falta de líderes políticos comprometidos en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Dan como resultado, el espacio perfecto para un golazo en contra de nuestra seguridad y el futuro de nuestros hijos.
Por tanto, ganar este partido requiere cerrar ese espacio. Autoridades, es inminente articular acciones a fin de generar oportunidades de educación y desarrollo personal/laboral. Y, Familia evitemos ser manipulados por la falacia de la narcocultura. ¡Hagamos consciencia!