Cada día en la esfera política nacional, crece la incertidumbre de si los días mejores que se nos prometieron llegarán pronto o cuando mismo. Pues los que prometieron hacer realidad esos eslóganes políticos populistas, a la final se dieron cuenta que no se puede hacer mucho cuando los pactos políticos no son tan fuertes como se pensó en un inicio. El Gran Acuerdo Nacional del que se habló al inicio del mandato actual, nos hizo pensar que era posible un país unido, pero al final de cuentas, solo fue un discurso que suena bien a nivel internacional.
Ya es casi un año del actual régimen, nuestros asambleístas quieren tomar el poder de la Presidencia de la República por la puerta trasera, al puro estilo de los noventa, hemos regresado a la época de la bronca, del griterío y no precisamente a discutir temas que conciernan a la población, sinó si es que los unos quieren ser amigos del gobierno o si los otros convienen más a que se adueñen del parlamento y poner un punto final al lío ocasionado.
Nuestra querida asamblea nos sigue debiendo leyes sobre seguridad salarial, laboral y de la eliminación del trabajo precario, algo que debió discutirse desde el 2020, pues los efectos devastadores del año más horrible que hemos vivido en este tiempo, todavía nos pasan factura y seguimos esperando a nuestros queridos legisladores se pongan de acuerdo si los ecuatorianos debemos o no pagarles sus planes de telefonía móvil.
¿Qué ha pasado durante un año de desarrollo legislativo? No mucho, a nivel nacional los más pobres, a quienes son utilizados para la respectiva fotografía para la campaña política, esperan un milagro de lo más alto, para que al final esos unos sean parte de los otros que pueden permanecer en sus hogares de una manera digna y necesidades cubiertas.