Lavar las redes

Diana Luzuriaga

¿Han escuchado el relato bíblico donde Pedro y los demás discípulos de Jesús lavan sus redes sin haber pescado nada toda la noche? Estaban cansados, decepcionados, sintieron que después de tanta espera y esfuerzo no tenía ningún sentido continuar. Lavar las redes sin usarlas significa renunciar.

Hay gente que hoy se encuentra así, en algún área de su vida. Que dice: “ya no intento nada, esto no va a cambiar”. Personas agotadas y al igual que en la narración de la biblia decidieron abandonar sus sueños en lo individual y en lo social la lucha contra la iniquidad y la corrupción. Quito, la capital del Ecuador fue ejemplo de civismo y valentía por muchos años, cuna de héroes que se resistieron a callar ante lo injusto y lo inmoral, pero vemos como las nuevas generaciones han perdido esa voluntad.

Es muy difícil alentar a alguien que se ha resignado. Incluso hay enfermos que van al médico ya no con la esperanza de sanar, sino a ver qué más tienen. A pesar de eso, considero necesario compartirles enseñanzas que aplican a todos los ámbitos, y nos permiten decidir entre seguir aceptando lo inaceptable o hacer que las cosas cambien. La clave para pasar del fracaso a la victoria es creer que es posible, sin importar las circunstancias que acompañen la realidad presente. Eso se llama fe, pero no funciona sola, tiene que existir acción. Y ese es el mensaje de Jesús y no les hablo de religión, sino de sabiduría “volvamos a echar las redes” esforzándonos una vez más cada día sin perder el ánimo, confiando en el valor que tiene nuestra vida y dejando de lado el peligroso confort de la conveniencia solapada.

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