Lasso, desenmascarado

Oliver Briceño

Pese a que desde esta columna siempre se ha advertido de las intenciones de este gobierno, y de las graves consecuencias que tendría para el país, incluso antes de ganar de las elecciones, era comprensible que sus votantes le hayan otorgado el beneficio de la duda por una esperanza de que sea el cambio que tanto anhelaban. Si bien aún es pronto para juzgar por completo el accionar de un gobierno, diversas acciones han dejado más que claro los intereses y motivaciones del actual mandatario.

Han hecho todo lo posible por desmantelar al que, hace solamente un año, era el segundo banco con más utilidades del país, Banco del Pacífico, el único banco que ponía cierto límite al oligopolio (control de unos pocos) de los bancos del país, y que, en economía, un oligopolio es de los escenarios menos ideales para la competencia, base del capitalismo. El querer venderlo es entendible, lo que sí es deplorable, son los intentos para venderlo al menor precio posible y el que, por ley, los ecuatorianos no sabremos nada por 15 años. Con CNT, el IESS, Seguros SUCRE, hidroeléctricas, la misma historia. Como siempre he dicho, ojalá hubiese la misma voluntad con las empresas no rentables, como Correos del Ecuador.

Por el lado de los impuestos, las intenciones se han visto recientemente con el impuesto a la renta. Un criminal aumento para la clase media, mientras que a los más ricos del país se los han reducido muy beneficiosamente con la eliminación del ISD, impuesto a la herencia, y demás.

El último, y más claro de ellos, fue el vetar una ley que impedía cobros indebidos por parte del sistema financiero, y beneficios que se otorgarían a los usuarios de las empresas de telecomunicaciones. Aún es pronto, sí, pero ya quedó más que claro que este gobierno trabaja en pro de los intereses de muy pocos.

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