Karla Estrella Mejía
Gilbert K Chesterton, filósofo británico del siglo pasado, dejó muy clara una premisa de orden universal que pudo comprobarse no solo en aspectos simples y cotidianos, sino también en grandes hechos que marcaron rumbos insospechados en la historia de algunas naciones.
La denominada ‘Valla de Chesterton’, destaca la importancia de analizar bien una decisión que incida en cambiar, derogar o alterar un hecho, costumbre o política; para imponer una idea o concepto nuevo sin observar con lógica y humildad la valía de lo que ya existe. Esta regla, sirve como estrategia para evitar consecuencias no deseadas al reformar las cosas, de modo que, con el cambio, no se ocasionen problemas mayores a los que se intentó solucionar.
La historia da cuenta que el mismo presidente Mao puso a andar un plan de tecnificación de la agricultura con la idea de lograr en China un gran desarrollo, para ello, dispuso exterminar cuatro pestes declaradas, las ratas, los mosquitos, las moscas y los gorriones, sin embargo, el Gran Salto, como denominó su plan, tuvo resultados catastróficos para su nación, pues al exterminar a los gorriones, apareció una plaga de langostas que dejó sin cosechas a su pueblo; resultado de ello, China padeció una hambruna con millones de muertes en los años 60.
Lamentablemente, no siempre aprendemos del pasado. Ecuador hoy enfrenta la crisis de inseguridad más feroz de la historia, producto de un giro en el cambio de la política pública que tuvo como idea desconocer y desmerecer con prepotencia todo avance de gobiernos anteriores; tal es el caso que, desde Moreno, se logró extinguir todo indicio de obra que tenga una marca del anterior régimen, eliminando ministerios, secretarías y grandes proyectos para reducirlos a nada. Sumado a una ejecución presupuestaria deficiente, el país ha quedado desolado y sin un norte; dejando en claro que los cambios fueron por revancha política más que por técnica y conocimiento.