Según datos de la BBC News en 2018, el mayor índice de muertes por armas de fuego en el mundo se concentraba en Latinoamérica, hasta el día de hoy estos datos no han cambiado y ha generado una ola de caos e inseguridad en la población. En nuestro país, estas cifras han aumentado comparadas a las del año anterior. El 79% de casos de muertes violentas todavía está por resolverse, en 2011 la ONU cuestionó al Ecuador sobre los casos de sicariato, los cuales quedan impunes o no se indagan a profundidad (Fuente: El Comercio).
Esta forma de delincuencia es una realidad que se vive y constituye un problema social a gran escala que afecta por un lado a los jóvenes, los cuales en su mayoría son reclutados o que por voluntad propia se unen a estos grupos aislados, y en contra parte a una población entera; familias, hombres, mujeres, niños, personas de la tercera edad, cuyas vidas son arrebatadas. Una de las razones de estos grupos suele ser por “ajuste de cuentas”, estos actos suelen estar respaldados o protegidos por organizaciones criminales que buscan mercantilizar la muerte, vendiéndola al mejor postor, “el intelectual”.
Pese al estado de excepción que decretó el gobierno en los últimos días, la ciudadanía sigue con la incertidumbre sobre estos casos, las familias piden justicia. Es importante fomentar la educación y el trabajo, crear más plazas de empleo y que la justicia actúe con firmeza, tomando riendas de estos casos para que no queden en el olvido. Los cambios que tengan que darse para frenar la delincuencia deben ser prontos.
Por un país justo y solidario, que con trabajo, entrega y unión de su gente pueda salir adelante. Por las víctimas del sicariato, por las generaciones del mañana y por nosotros.
Dios bendiga al Ecuador y al mundo.