Fernando Velarde Segovia

José Manuel Aguilar Reyes

Te tocó partir, elevado amigo a las lejanías ignotas de lo eterno, donde tu alma descansa bajo la custodia milagrosa del ser supremo.

Ahora aquí en la tierra, tu grandeza material se redujo a un puñado de ceniza, que gira en los ocultos círculos del cementerio, que gustoso te cubrió de aromas, para permitir que las flores, tomen dulzura y luz, en el fino polvillo de tus restos, recogidos como un ojo silencioso, que mira fijamente el horizonte de tu pueblo que tanto amaste, y por el cual invertiste los mejores días de tu vida, a darle grandeza y prosperidad.

Ahora yaces estático, oyendo más nítidamente que nosotros, la respiración agitada de los pájaros, sobre la amplitud arbórea del Santo Domingo de tus sueños, y el trinar de las golondrinas veraniegas, en el amable alero del mediodía; viviste para servir, para confundirte con la historia, para planificar el desarrollo, para producir un eco que resonará por siempre en los oídos, invitándonos a ser parte activa de los mejores días para nuestro pueblo.

Llegaste a estas hermosas tierras coloradas, siendo niño, formando parte de una gran familia que fueron tus padres, quienes sembraron muy hondo, produciendo frutos sólidos en un amplio abanico de grandezas, desde la sociología, hasta la arquitectura, pero todos confundidos en aportar al engrandecimiento de esta tierra.

Te graduaste de arquitecto, iniciando un próspero camino, donde la planificación fue tu soporte y guía, que nos invito a seguirte en una consultora, de la cual formamos parte muchos profesionales, produciendo los planes de desarrollo de la nueva provincia Tsáchila y la del naciente cantón de La Concordia.

Pero tu grandeza y decisión no tuvieron límites, formaste un ejemplar hogar y condujiste con manos limpias a varias entidades de la hoy nueva provincia, legado al cual te entregaste con entereza y pasión, formando parte de los cuadros de profesionales participantes, con los resultados visibles que nos sostienen. Descansa en paz amigo, porque cumpliste en vida, lo que la vida te impuso… ¡espéranos! que seguro te alcanzaremos, a pesar de la eternidad que nos separa.

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