Ética y probidad

Miguel Méndez Guerrero

Ante los últimos acontecimientos que han desnudado el comportamiento de los seres humanos como coronavirus, variantes delta y ómicron que han ocasionado contagio físico y mental estamos empeñados en buscar una salida a esta crisis de salud moral.

Los estados de emergencia dictados por el Presidente en nada han beneficiado por la indisciplina y ‘quemeimportismo’ de sus habitantes cuando no hacen caso a las restricciones sanitarias como el uso de la mascarilla, el distanciamiento que es tan fácil cumplir.

La justicia que está más que nunca maniatada a intereses económicos de grupos e inclusive amenazas han dado lugar a que se ponga de manifiesto consultar al pueblo sobre la reforma al sistema judicial al que todos hemos sido testigos de lo nefasto de las resoluciones o sentencias dictadas por los servidores judiciales con honrosas excepciones.

En un debate televisivo a mi criterio se llegó a una acertada conclusión, si no se cambia el proceder de selección de jueces pueden darse las consultas que sean que esto no cambiará.

Son dos requisitos elementales la ética y la probidad:
La ética que estudia el comportamiento del ser humano relacionándolo con las nociones del bien y del mal, los preceptos morales, el deber, la felicidad y el bienestar común que le sirven de guía al equilibrio de la libertad y la justicia, está relacionada estrechamente con la moral, pero difiere a ésta porque la moral se refiere a normas adoptadas y la ética es una reflexión sobre cuáles serán las acciones correctas.

La probidad es una virtud. Las personas deben ser probas más aún quienes van a administrar justicia, entendiéndose que un Juez no puede administrar justicia si carece de probidad que está vinculada a la honradez e integridad en el accionar, sin cometer abusos.

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