Del estado de excepción

Mesías Mestanza Solano

Desde el punto de vista constitucional, el estado de excepción es una limitación a ciertos derechos individuales en una nación, cuya atribución constitucional la tiene el Presidente de la República, para decretarlo en situaciones extraordinarias que afecten gravemente a la seguridad del país, en las cuales son insuficientes las facultades ordinarias y comunes. 

Nuestra Constitución faculta al Presidente de la República decretar el estado de excepción en parte o en todo el territorio nacional en caso de agresión, conflicto armado internacional o interno, grave conmoción interna, calamidad pública o desastre natural; por supuesto, aquel estado de excepción observará los principios de necesidad, proporcionalidad, legalidad, temporalidad y lo que es más, razonabilidad. 

Podrá suspender o limitar el ejercicio al derecho a la inviolabilidad de domicilio, de la correspondencia, libertad de tránsito, asociación, reunión e información en los términos que señala la Constitución. Así también disponer el empleo de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional para combatir enérgicamente a la delincuencia que ha superado cualquier acción ordinaria de estas instituciones.

La debilidad de mando de nuestro Presidente, sumada al intento de descabezar a la cúpula policial -y peor aún si lo hace-, disminuirá la fuerza de trabajo de los miembros del orden que hasta ofrendan sus vidas por la población. 

Las acciones delictivas y los crímenes atroces en nuestro país se parecen a las de El Salvador en otra hora; no quisiéramos que el pueblo toque las puertas de los cuarteles; pues se sostiene que  una buena dictadura no será mejor que la peor democracia.

A nuestro Ecuador le ha pasado de todo… corrupción en las principales instituciones que tienen poder de mando como la Contraloría, otras donde se manejan millones de dólares como en el IESS, la pandemia, y por último la reciente desgracia en la Escuela Superior de Policía, sin olvidar la de la Asamblea, que hasta el pronunciar da vergüenza. Hace falta un estado de excepción en todo el país, pero que no sea únicamente de palabras, sino dotado de presupuesto y de acciones militares efectivas.

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